Acción, reacción

Hay días tontos y tontos todos los días. Me lo dice mi hija mientras me mira fijamente. Lo sé. He empezado el año regular. Mal. 1. Me tiré por una duna del Coto de Doñana como si tuviera 18 años. Modelo croqueta, con mi amada Ymelda enganchada, creí que lo mejor era dar una voltereta y dejé la cabeza fija dentro de la arena en un movimiento que prefiero olvidar. La cosa pudo ser seria pero no lo fue. Acción estúpida con 52 y reacción con un ligero toque de ira de mi “Él”. Lo acepto. El miedo le embargó y al ver a su “Ella” en peligro -a la que había repetido hasta la infinidad que no hiciera el tonto- le trastornó. Todavía me lo repite. No su amor hacia mí, obvio, sino su advertencia. “Mira que te lo dije, mira que te lo dije, mira que te lo dije”. ¿Justo castigo? 2. Con mi “Él” adosado, decido coger con los dedos los restos de jamón picado en una de esas tijeras trituradoras, para dárselo al perro. Estúpida y corta de mí. Me hago un pequeño corte en dos dedos. Esto no merece comentario. “Él” solo me miró. Reacción de hielo. 3. Ayer. Me hago un bol de palomitas, lo que más me gusta del mundo, mientras veo una película con mi “Él” al lado. Preciosa escena. El maíz que queda al final me llama a gritos. Empiezo a triturarlo con ayuda de mis muelas. Hasta que una de ellas hace “crack”. Partida por la mitad. Preferí callármelo. Todo menos ver su reacción. El dolor, agudo. Pero aquí estoy. Más muda que Belinda. 4. Lo peor. El raquetazo que le he dado a mi querida Sandra jugando al padel. “Voy” “No, voy yo” “Que no que ya estoy” Y en esas milésimas de segundos de desencuentro como pareja de padel, tan típico entre mujeres, incapaz de parar la acción de mi brazo continué el golpe. Fue en seco. Contra su ceja. Por arriba y por abajo. En el acto le salió un bulto y empezó a sangrar. Creí morir. ¿Su reacción? Excelente. Envidiable. Casi acaba pidiéndome perdón. La angustia se transformó en calma. Y la huella para siempre. Ocho puntos. No sé como arreglarlo. A partir de ahora como Oscar Wilde. Si me entran ganas de hacer ejercicio me tumbo hasta que se me pasen. Y si no, con personas como Sandra. Solo un ser maravilloso puede reaccionar así. Del Atleti tenía que ser.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*