Apolo Muchajeta

Aire. El que necesito para respirar. Hoy más que nunca, porque el lunes utilicé todas mis reservas en la fiesta de mi amiga Belén, que cumplía 50. Felicidades, querida. Tú tampoco te libras. Sí, felicidades. A pesar de dejarnos a todos prácticamente desfallecidos en pista. Bueno, a todas. Porque, salvo escasas excepciones, hay que ver que sosos son los hombres. No hay manera de que se arranquen. Nosotras oímos un simple silbido y nos ponemos en tensión. Ha llegado nuestra hora. Irrumpimos en el espacio reservado para mover el esqueleto y lo damos todo. Todo. Con ritmo, sin ritmo, con noción o sin noción de las letras (aunque parezca que te las sabes todos, yuhuuuu) , sin pudor, sin vergüenza, con ganas, con muchas ganas. De pasárnoslo bien. De divertirnos. De soltar adrenalina. Mientras, ellos, copa en mano, observan. Lineales. De vez en cuando, muy de vez en cuando, comentan. Susurran. Mejor no saber el qué. Aunque lo intuyo. El espectáculo está servido. Morenas, rubias, bajas, altas, gordas, flacas, todas, enloquecidas, desmelenadas (hay que ver el juego que da el pelo), normalmente en círculo (pelín ridículo), entregadas a la causa y poseídas por ese Apolo prolífero en deidades y reconocido en el Olimpo, entre otras muchas cosas, como dios de la música. El que toma la batuta en ocasiones como ésta. Conocido en la Antigua Grecia como Apolo Musageta, ya que también era jefe de las Musas. Que o lo escribo o reviento de lo que me gusta lo de Musageta. ¿O será Muchajeta? Que me pongo en modo inspiración/graciosa/bobona, y deduzco que “musageta” es el término acuñado por un andaluz colado en la Antigua Grecia y que deriva, obviamente, de mucha jeta. Exactamente lo que tenemos las mujeres para salir a bailar y hacerlo de forma deshinibida durante tiempo indefinido, como si nadie te estuviera viendo. Como solo somos capaces de hacerlo nosotras. No me pregunten por qué. No quiero saberlo. Que si lo analizas en modo hombre entiendes perfectamente que ellos no se arranquen. Para “dancing queen”, nosotras. Las reinas de la pista. Nos sobra y nos basta. Encima poseídas por Apolo Muchajeta. El más bello entre los bellos de los dioses del Olimpo. Rebello. ¡A bailar! ¡A vivir! Sin ton ni son. Bellas. ¡Rebellas!

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