¡¡¡¡AÚPA!!!!

Abrazo a mi hija. La veo llorar de una manera distinta y compruebo sin sorprenderme que sus lagrimas tiñen su cara de rojo y blanco. Siento tal unión con ella que doy gracias a Dios por habernos hecho de este equipo único. Abrazo a mis hermanos.Y miramos al cielo. El claro destino de nuestra mirada. Abrazo a mis “sobrinas” putativas. Me muero de risa. Su padre no sabe lo que es el fútbol pero ellas son del Atlético de Madrid “a saco”, “a muerte”. Me imagino a mis otros sobrinos. Los de sangre, que desde que nacieron son atléticos perdidos. Y compartimos por mensaje tantas emociones. Abrazo a mis íntimas amigas. Con las que desde niñas comparto secretos, alegrías, tristezas, amores, desamores y, siempre, esos colores que han dirigido nuestros sentimientos tantos fines de semana desde entonces. Nuestros colores. Rojo pasión -la misma que sentimos por nuestro equipo- y blanco puro, tan puro como el amor sin fisuras que compartimos por el más grande. El Atleti. Llamo a mi madre. Que no quería ver el partido pero al final lo ha visto, de camino, en una gasolinera. La abrazo. Y le cuento. Que he dejado el último abrazo para el cielo. El más grande, inmenso, para ese hombre de corazón enorme que se fue demasiado pronto. “Papá, papá, papááá! ¡Hemos ganado la liga1”. Ya lo sabe, claro. Ha visto el partido en primera fila desde esa nube atlética en la que estaba con todo su equipo. Desde Vicente hasta Gon, que por un momento ha dejado esa media sonrisa tan suya para hacerla gigantesca. Pienso en Nico. Bendito sea. Que desde que nació ha convertido su corazón rojiblanco en el talismán del equipo. Unido a otro nuevo. Mi marido, sí, que ha sentido por primera vez los colores como todos. Esto está cambiando. En todos los sentidos. El Atlético de Madrid, el más grande entre los llamados grandes, ha ganado la liga. Mi hija tenía un año la última vez que lo hizo. Entonces no pudo venir a Neptuno. En cuanto acabe estas líneas, y si consigo reducir la intensidad de mis emociones, me iré junto a ella, junto a todos, a poner al Atleti un monumento. Con la figura de mi Cholo. Porque Neptuno, perdonen, se nos queda pequeño. Aunque hoy le abracemos con fuerza. ¡AÚPA ATLETI, AÚPAAAA!

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