Cambio de armario

Llevo varias semanas intentando cambiar la ropa de invierno por la de verano. Llevo varias semanas sin conseguirlo. Son cuatro cositas de nada pero ni un segundo para hacerlo. Me paseo por Madrid con pantalones de pana, jerséis de lana y botines de piel. Atuendo ideal para una temperatura caprichosa que alcanza cuando gusta los 30 grados. Como siempre miro el lado positivo. Creo que he liberado a mi organismo de toxinas de aquí a diez años vista. Vivo en un baño turco de forma permanente. Con mi humedad me basta para que los poros se abran y se eliminen las impurezas y sustancias tóxicas que se encuentren en mi cuerpo. En el fondo no está tan mal. Cambiar la ropa es uno de los momentos más estresantes de la vida de una mujer y si el ambiente en el que vives te impide hacerlo, por causas ajenas a tu voluntad, te ahorras tiempo y dinero. La limpieza de piel gratis, la sauna incorporada y a la dietista este año le das vacaciones. Pierdes kilos a mansalva y la operación bikini te viene dada. El problema es el bikini. Que al no haber hecho el cambio de ropa ni aparece. Pero delgadita, como nunca. Y si lo pienso bien, a estas alturas, ¿para qué hacerlo? Total, si septiembre está a la vuelta de la esquina. Los días no pasan, sino vuelan, y si no lo hago ahora evito también la de la temporada que viene y me ahorro dos cabreos con mi marido. Realmente esto si que no tiene precio. Lo estoy viendo. Llegar a casa y encontrarse el lecho marital convertido en un paisaje tallado con mis propias manos. Una cordillera. La de “al filo de lo imposible”. Porque empiezas con fuerza pero la dejas a medias. Las montañas se forman por si solas en cuestión de segundos: la de “por si acaso”, la de “me cabe o no me cabe”; la de “lo doy o no lo doy”; la de “se lo doy a mi madre, a mi hermana o a mi amiga” o la de “me lo quedo fijo”. Esta última vuelve al armario de inmediato. Las demás, cambian de sitio. De la cama al suelo (hay que dormir), del suelo a la cama (hay que andar). Al final bronca y depresión. No, no la cambio. Definitivo.

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