Ciclogénesis familiar

Se produjo en mi propia casa y casi nos lleva a todos por delante. Apenas eran las 8 de la mañana cuando lo que se preveía como un día iluminado y tranquilo dio un giro inesperado. El ambiente, despejado hasta el momento, empezó a cargarse y una pesada calima envolvió nuestro hogar. No me pregunten por qué, porque no consigo recordar el origen. No, nunca consigo descubrir el inicio de este tipo de tormentas que se manifiestan por variaciones de caracteres en la atmósfera familiar. Una se levanta tan tranquila y de pronto se encuentra bajo un nubarrón que anuncia truenos y relámpagos. ¿Cómo empezó todo? Seguro que fue una nimiedad. ¿Tuve la culpa? Si reflexiono, puede que sí. Que todo comenzase como casi siempre. Con un despiste. El mismo de todos los días. A la misma hora y en el lugar de siempre. Cuando mi marido se va a duchar y, tras pasarse unos largos y tensos segundos intentando calibrar la temperatura del agua con el sano objetivo de no abrasarse, o no congelarse, consigue hacerlo y se dispone a ducharse. Es entonces, cuando en un acto de desmemoria cansino y repetitivo, abro inconscientemente cualquier grifo de la casa que se me presente de forma inoportuna. La variación de la temperatura es directamente proporcional a la variación de su carácter y el primer trueno ruge rompiendo la efímera paz matinal. “El grifo, ¿¿quién ha abierto el grifooooo??”, anuncia con fuerza la mutación ambiental. Juro y perjuro que ha sido un acto involuntario, a pesar de lo cual, el arco total de la atmósfera se quiebra con un relámpago que toma forma de marido poseído para dar paso, sin previo aviso, a otro, y a otro y a otro. Tres relámpagos más y tres estruendos añadidos –niño, niña, perro- avisan lo inevitable. ¿Borrasca? ¿Tormenta? ¡No! ¡Ciclogénesis! Ciclogénesis explosiva. Ese “término paraguas” -tan en uso y desconocido para mí-, para varios procesos diversos, todos los cuales dan lugar a alguna clase de ciclón. El ciclonazo. En mi caso. O en mi casa. Inevitable. Porque hasta hace unos años la inteligencia se las habría arreglado para mantener mis nervios a raya. Pero desde hace unos años ha perdido la capacidad de hacerlo. Ciclogénesis. Ciclogénesis explosiva familiar. Y yo sin saber como definirlo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*