Días de radio. La tertuliana tonta

 

Me encanta la radio. Llevo años conectada a esas voces que informan, aunque reconozco ser infiel a las emisoras y tontear con todos los hombres que ocupan mis mañanas. Añoro a Antonio Herrero, con el que empecé mi carrera de periodista y casi la acabo a los pocos días de llegar. La imprudente cabeza de la entonces becaria, sin ni siquiera titubear, dijo que en España había mil millones de parados. Como lo leen. El gazapo fue tal, que ante la llegada de nuevas imprudencias, mi querido Antonio decidió que en vez de leer informativos diera el tiempo. Así pasé el resto de las prácticas. Siempre recordaré aquella etapa como una de las más felices de mi vida. Luego, aunque parezca mentira, pude quedarme, pero el horario era tan cruel para una jovencita como yo que cambié de medio. Desde entonces una pequeña mancha de amargura enturbia mi carrera. “Y si me hubiera quedado… A lo mejor lo habría conseguido”. El puesto de mis sueños, el cargo que mi imaginación creó hace tantos años: la tertuliana tonta. “Y ahora, queridos oyentes y oyentas (no hay que menospreciar a nadie), ante ustedes la persona capaz de hacer las preguntas más absurdas”. Sé que hubiera sido un éxito. Pero nadie lo supo ver “¿La tertuliana tonta?”, me decían las grandes voces de la radio. “¿Para qué? Si nuestros tertulianos son muy listos y saben de todo”. Pues eso. La tonta. O la normal. La voz de la mayoría. La que sabe un poco de todo pero no entiende mucho de nada. La que preguntaría siempre sin miedo ni vergüenza. La que en su CV pondría ciudadana de a pie. Sin más. Con o sin licenciatura, con o sin idiomas, pero con el sentido común suficiente para no ir de nada y preguntar de todo. No sé si me explico, ya que en mi condición de tertuliana tonta yo misma me cuestiono tantas cosas que no entiendo casi ninguna. Justo lo opuesto a esa gran mayoría de tertulianos que inundan los estudios de radio y los platós de televisión. Qué envidia me dan. Qué cultura tan amplia. Hablan igual de la deflación que de Abdalá de Arabia. Impresionante. Y gritan. Mucho. Para hacerse oír. Me vienen a la mente dos palabras. Intolerancia. Demagogia. A su lado yo sería un valor seguro. Les preguntaría sin parar. Porque “solo sé que no sé nada”. ¿Quién lo dijo?Primera pregunta.

N mafalda Y LA RADIO

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