El dolor según el sexo.

“¿No nos habremos casado todas con el mismo?”, pregunta inquieta una de las presentes. Las otras ríen. Todas hablan de su Él. Y parece ser el mismo. La cuestión sale a colación al hablar de nuevo sobre Ellos. Esta vez a causa de las enfermedades. Del enigma que se esconde en la forma en la que atacan a unos y a otras. Tan diferente a pesar de ser idénticas patologías.Un simple catarro, por ejemplo. Acompañado de algunas décimas. Lo que para Él se puede convertir en una auténtica desgracia, para Ella significa un problema más a resolver en su vida diaria. Lo que para Él supone encerrarse en su cuarto a oscuras, en el que los lamentos se hacen eco de su gravedad, para las mujeres supone una incomodidad a la que apenas dar importancia. Lo que para Él es el principio del fin, la sensación de que va a morir, para Ella es sencilla y llanamente una gripe.

Ninguna de las presentes entiende que algo tan simple como la variación sexual sea suficiente para ver y sentir una afección de manera tan opuesta. Probablemente haya algo escondido en lo más recóndito del ser humano que todavía no hayamos sido capaces de descubrir. Quizás las féminas seamos inmunes a los gérmenes, psicológicamente hablando. Quizás una fuerza superior nos haga entender que el dolor de cabeza es un dolor de cabeza, mientras ellos lo sufren como mínimo como una migraña. Eso sí, de tal envergadura que a punto está de reventarles una venita en el cerebro. El final está cerca, lo saben. Van a morir. O de una aneurisma o de un infarto cerebral. En vez al médico llaman al abogado. Hay que dejar todo en orden. Mientras lloran y suspiran, mencionan en susurros a su madre. A Ellas les miran con acritud. !Qué poca les importa su estado! Y cada Ella, estoica, escucha sus quejas. El lamento del Él mientras emite sonidos inteligibles. Un quejido constante que se alarga en los días aunque ya haya sanado (que mal estuve cuando sufrí esa gripe). Sea como sea es llamativo comprobar que dispar es el umbral del dolor en los sexos contrarios. Sexo fuerte, sexo débil. Sexo débil, sexo fuerte. Ante un catarro, el enigma se resuelve. No hace falta decir más. O sí. Como dice Maitena. La insoportable densidad de un hombre enfermo.

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