El lugar sagrado

Érase una vez un cuarto de baño. O muchos. Pongámoslo en masculino singular. Él cuarto de baño. El recinto que más frecuenta el ser humano. A diario y varias veces. El habitáculo que iguala a unos con otros ya que no entiende de clase social, ni de raza, ni de sexo. Por él han de pasar todos y cada uno de los hombres y mujeres que habitan el planeta y en caso de que no lo hagan, algo va mal. Creado por y para preservar la intimidad en el -a veces duro- trance de realizar las necesidades fisiológicas adscritas a todo ser humano, este lugar debería ser sagrado para el que lo ocupa. Pero los tiempos cambian, el respeto no es el de antaño y un simple descuido con el pestillo puede dar pie a la entrada de un hijo que no piensa, un marido con prisa -momento altamente humillante, máxime como conlleve palmada cariñosa en el culete- o un desconocido en caso de que sea un lugar público. Las situaciones pueden llegar a ser tan surrealistas, que obvio describirla. Pero lo que antaño se inventó como lugar ideal para realizar las necesidades fisiológicas con una funcionalidad puramente higiénica, ha trasmutado con el paso de los años y se ha convertido en uno de los lugares más preciados de la casa para el ama de la misma. Cómplice de llantos ante un desencuentro con su pareja, lugar de relax para evadirse del resto de su familia o el refugio del insomnio cuando, cosas del matrimonio. Él duerme y ronca, o ronca y duerme, y a ti no te está permitido ni encender una pequeña luz. Cuántos libros se habrán leído en este recinto. Y cuántos secretos se habrán compartido. Porque desde que el móvil vio la luz y se convirtió en un miembro más de la anatomía del cuerpo femenino, va con ella al cuarto de baño tantas veces como haga falta. Y comparten momentos entrañables. Como esa llamada a la amiga mientras ella aprovecha para descargar el peso de su alma. Y de su cuerpo. Lo que hace con tanta naturalidad que parece que habla junto a una fuentecilla de agua. La amiga la imagina en un mágico lugar hasta que la fuente se convierte en un despliegue de manantiales. Acaba de apretar el botón. El botón de la cadena del cuarto de baño. Lo que cada día es más habitual. Las mujeres somos así.

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