Los Reyes Magos de Oriente. Los últimos que quedan por llegar para dar por finalizadas las fiestas. A los que ya les pedí mis deseos, aunque se me olvidó el más importante. El que sería mi mejor regalo. No equivocarme con “Él”. Perdón, no equivocarme con el regalo de mi “Él”. Que no doy una. Nunca acierto. Cuando creo que voy a dar la campanada, el efecto contrario. A modo Canal Sur. Me equivoco de lleno. “¿Otro pantalón? Si tengo de sobra” Falso. Tener tiene, pero de hace mil años. Muy probablemente sean heredados de su abuelo. Sí, mi “Él” no gasta. Es muy práctico. Y muy austero. Que ahora si tiene que comprar algún “chino” lo hace en el Gato Largo. O sea en el “TheCatLong” (todo seguido y verán que efecto), como dicen mis queridos Morancos. Que para inglés vamos sobrados los españoles. Yo a lo mío, los regalos y mi “Él”. O su “Él”. O el de “Ella”. Que en este tema, lo que son las cosas, volvemos a coincidir casi todas. “El mejor regalo para acertar con ellos, es no hacer regalo”, me dice una amiga. Que de eso sabe mucho. El primer año de casada estaba tan emocionada con el matrimonio, que le compró a su “Él” un montón de regalos. Todos pensados. Pequeños detalles con los que hacerle feliz. Se los puso al pié del árbol. “Él” no le puso nada. Pero “Ella”, mujer y detallista, pensó que no lo había hecho para no equivocarse. El segundo año, hizo lo mismo, y “Él”, hombre de costumbres, repitió y se abstuvo. El tercer año no hubo regalos. Ni para el uno ni para la otra. “Ella” comprendió que su marido era así y se hizo igual. Todo menos volver a sufrir una decepción. Y tan contentos. Llevan 30 años de feliz “mártirmonio”. El mío no es así. Las cosas como son. Siempre me regala y lo hace bien. Acierta. Si no lo hiciera yo haría como mi cuñada. Que se lo compra ella y mi cuñado le pregunta. “¿Que regalo te has comprado para que te regale este año?” Pero a mí me encantan las sorpresas y como “Él” no lo hace mal -eso sí, todo muy práctico-, yo más feliz que una perdiz. Al recibir. Al entregar tiemblo. Menos este año. Sé que no me equivoco. El otro día lo comentó. “Me tengo que comprar una raqueta de tenis”. Iba con segundas, fijo. Ya la tengo.