Qué nadie me vuelva a hablar mal de las redes sociales. Que nadie me vuelva a decir que lo único que importa es un like. Que nadie me diga que la gente es egoísta. O mala. O dura. O insensible. O impasible. Porque en tan solo tres días he recibido tal lección de humanidad que me falta lenguaje para saber plasmar los sentimientos de mi alma. Pero, como tantas veces digo, todo en mi organismo no se vuelve literatura. Porque si tuviera ese don sabría transformar mis letras en las palabras necesarias con las que expresar mi inmensa gratitud, mi amor y el estado de serena felicidad en el que me encuentro. No, nunca voy a ganar el Nobel de literatura, pero con vuestra respuesta a mi petición he ganado la mayor lección de humanidad.
Desorden de sentimientos, incapacidad para describir emociones, Lágrimas, risas, gratitud, esperanza. Amor, muchísimo amor. El que siento, el que sentimos todos los que algo tenemos que ver con la “Fundación Andrés Marcio, niños contra la laminopatía” por todos y cada uno de vosotros. El viernes os pedí a mis amigos de las redes un favor. Qué ayudarais a mi querido Andrés y a todos los niños que como él sufren la terrible enfermedad de la laminopatía. En ese momento su fundación, la que con tanto amor lleva por bandera otro ángel, Gonzalo Navas Migueloa, iba segunda en la carrera para alcanzar el premio, 1.000 euros, que para ellos son como 10.000, o 100.000, o un millón. Porque es prácticamente imposible conseguir ayuda para esta enfermedad tan rara. Hoy, a esta horas, solo lloro. Porque mis amigos habéis votado y lo habéis compartido, y los amigos de mis amigos, que ya son mis amigos, también han votado y lo han compartido. Miles, sí, miles de votos. Y miles, sí. miles de veces compartido. Para crear una cadena de solidaridad indescriptible. Sí, es verdad. Las cosas más simples de la vida se convierten en extraordinarias. Como un simple click, un simple click que ha generado una inmensa montaña de humanidad.
No, no sé como expresar mis sentimientos. No sé como deciros que jamás olvidaré vuestra respuesta. Vuestro cariño. Vuestra generosidad. Vuestro tiempo. Vuestra sensibilidad. Vuestra ternura. Vuestro amor. Lágrimas de emoción. Una extraña emoción en la que mi corazón solo me habla de bondad. La vuestra. La de tanta gente buena que ha reaccionado al instante para ayudar a avanzar unos metros en la investigación de la enfermedad. Para que miles de personas que no la conocían -lo escribo y me tiemblan los dedos- ya sepan lo que se esconde bajo la laminopatía. Y hemos dado un paso de gigantes Porque al ayudar a difundirlo habéis hecho anidar un germen de esperanza en el corazón de estos pequeños enfermos. Para que así piensen que un día verán sus sueños cumplidos. Porque se lo merecen.
Hoy las palabras fluyen directamente de mi corazón y de mis lágrimas. Y, como escribió Lope de Vega, «no sé que haya en el mundo palabras tan eficaces ni oradores tan elocuentes como las lágrimas». Aquí dejo las mías. Empapadas de gratitud. Dicen que con la edad no te importa expresar lo que sientes. A mí nunca me ha importado. Pero hoy, más que nunca, necesitaba hacerlo. Gracias de todo corazón.
Marta me alegra que haya habido tantas respuests es imposibles de que en esta vida no haya buenos corazoes para estas cosas pero hay que tener un corazon como el tuyo que no deja pasar estas cosas y dedicarle un tiempo para qque lo conozcamo yo te doy las gracias besos
Gracias a tí, Marta y a la fundación entera.
Gracias a todos los que «hemos dado al me gusta y compartido», por luchar y dar la cara sin pedir nada a cambio por estas criaturas.
Un abrazo y enhorabuena