La domótica

 

Voy de culta. O de inculta. Porque a los términos añadidos a mi vocabulario gracias a la RAE, ahora incluyo otro que no conocía. Domótica. Que viene de la unión de domus (casa en latín) y tica (de automática, del griego que significa “que funciona por sí sola”). O sea, casas inteligentes. En teoría. En las que se pueden automatizar diferentes funciones para hacer la vida más fácil. Miedo me dan. Por mucho que prometan que voy a ahorrar energía o a vivir segura. Depende de lo que para ellos signifique seguridad. No quiero. Estoy harta. De llegar a cuartos de baño domóticos y quedarme sin luz cuando más lo necesito. Una no está ya para vivir situaciones surrealistas a la par que ridículas. Que cuando estás en ello, te quedas sin luz y a la busca y captura del sensor perdido. Nunca está. Y mira que intentas encontrarlo. Con las manos, con los pies y con lo que haga falta. Un saltito por aquí, otro por allá, el bolso en el cuello a punto de degollarte y tú a oscuras con una imagen que por decoro prescindo de describir. No puedo imaginar siquiera vivir en una casa domótica. Sensorizada de arriba abajo. Con mi “Él” que sufre fotobia dejando los temporizadores bajo mínimo. Me estoy viendo. Como mi querida Otilia. Que alquiló una casa domótica y cada vez que se maquillaba aquello se convertía en una clase de zumba. Venga a contornearse para no quedarse a oscuras. Todavía no sé como no se sacó un ojo. Lo tuvo difícil. Será que es una artista.

Y luego está lo de los controles. En estas casa no tienes intimidad. Si estás dormida y a tu marido le da la gana, abre las persianas desde donde quiera. Ya veo a mi “Él”. Típico día de bronca y jugando con el mando. Ahora subo, ahora bajo, ahora te despierto, ahora te dejo a oscuras. Con lo que le gusta a los hombres los mandos a distancia. Y encima llenos de programas. Érase un hombre pegado a dos mandos. O a tres. ¿Y de los detectores de presencia que me cuentan? ¿Cómo te escondes de la familia cuando sea estrictamente necesario? Les imagino. Detectando cada uno de mis movimientos. “Mamá que te he visto”. Y tú escondida detrás de una puerta. Que no. Que no me da la gana. La ciencia ficción para las películas. Mi realidad tal cual. A ver si me voy a llevar un disgusto.

Un comentario en “La domótica”

  1. Hola Marta! Los dos casos que criticas de la domótica me han hecho mucha gracia… El primero por que es un problema habitual de programaciones mal hechas (hay que contactar con buenos profesionales), el segundo…si tienes bronca con tu marido y se pone a jugar con el mando a distancia o con los interruptores de la pared…no es culpa de la domótica, si no de que tu marido es un poco infantil, ¿no?.  🙂 

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