La sesión

Última columna del coach. La sesión. 19 mujeres. Media, 50 años. Integrantes de ese equipo de pádel de veteranas al que pertenezco. Con la curiosidad metida en el cuerpo para ver a que nos tocaba enfrentarnos. Esa famosa sesión de coach deportivo que tantas ganas tenía de contarles. Imagínense. Sentadas en forma de U. Expectantes. Unas más nerviosas que otras. Todas sin parar de hablar. Doscientas conversaciones cruzadas. Los tonos de voz cada vez más altos. Mujeres. El gallinero. En su estado más puro. “¡Callaos, callaos!”, gritaba la más aplicada. Ni caso. “!Callaos, callaos!”, intentaba hacerse oír la que tenía el tiempo justo para ir a recoger a sus hijos. Hasta que Cristina, la magnífica coach, santa y paciente, se impuso. Repartió unos post-it en forma de margaritas (buen rollito) de diferentes colores y nos hizo ir presentándonos a la vez que decíamos eso que nos hace feliz. No sé si sería por la tensión del momento o porque íbamos todas uniformadas, el caso es que las primeras contestaciones fueron todo menos emotivas. “A mi ganar al pádel” “A mí ganar al pádel”. “Qué impresión”, pensé, “aquí la familia parece que no existe”. Ni siquiera la mía. Porque cuando llegó mi turno, lo dije: “a mí ganar al pádel”. Las que tuvieron más tiempo para pensar, dijeron cosas más lógicas. O no. Porque hay que ver la depresión que se cogen cuando pierden.
En fin. Tras esto nos dividieron en grupos por colores y cada una debía decir en alto, durante un minuto, algo bueno de cada una de las otras. En lo personal y en lo deportivo. Comenzó una terapia maravillosa. ¿Se imaginan? Mujeres hablando bien de mujeres. Ni una crítica. No estaba permitido. Y de pronto descubres que no es tan difícil. Es más, es fácil. Hablar bien de la de al lado. Reconocer en alto sus virtudes. Enchufar una dosis de autoestima. Hubo hasta lágrimas. De emoción, claro. Porque las mujeres somos así. Después, con un papel en blanco colgado de la espalda, el resto podía poner el adjetivo que quisiera a la que lo llevaba. La imagen, surrealista. La locura en estado puro. Todas, rotulador en mano, corriendo en busca del objetivo para dejar impresa en su espalda esa palabra que le hiciera feliz. ¡Qué chute de energía! Al día siguiente ganamos al equipo contrario. Ya tengo coach.

2 comentarios en “La sesión”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*