Libros de papel

Escuchar el ruido del papel. Comprobar como el persistente viento de levante pasa sin ningún respeto las páginas de mi libro, adelantándome acontecimientos que todavía no quiero conocer. Luchar contra la fuerza de Eolo mientras mantengo firme mis manos en la hoja par o impar -según se tercie-, en esta playa gaditana que no me permite concentrarme ante la belleza de una puesta de sol que asoma, en tanto que el Estrecho se impone más cerca que lejos. Intento fijar mi atención en las palabras que dan vida para siempre a este tomo de papel y envidio a la mente que fue capaz de crear tanta literatura. Marco. Subrayo. Subrayo tanto para grabar en mi memoria todas y cada una de las frases que me emocionan. Quizás, así, aprenda algún día a escribir. Lo acaricio mientras pienso todo lo que contiene su interior y con la certeza de que jamás lo cambiaría por nada del mundo. Lo toco. Lo percibo. Lo huelo. Me impresiona. Su capacidad sensorial. Un libro. Mi libro. De papel. Nunca muerto. Con ese olor que delata su edad, su calidad, la tinta o el lugar donde habita. De clima seco o húmedo. Igual o diferente a la vez. Tan distinto para cada persona con la que se acopla para iniciar un nuevo viaje cuyo destino estará marcado por la interpretación de cada uno. De tapa dura o blanda. Siempre presente. Para darte el poder de vivir dos vidas a la vez, la tuya y la suya, esa que ya forma parte de ese país sin fronteras denominado lectura. Me dejo llevar por la nostalgia. Vuelvo al pasado y recuerdo mi amor por los libros desde que era niña. Regreso al presente y sonrío al leer la lista interminable de libros que me quedan por comprar. Los que se unirán a esa otra lista interminable de títulos comprados compulsivamente y que rellenan las baldas de la librería de libros no leídos. Ese amor apasionado que me me ha permitido aprender tanto de la vida, viajar por lugares recónditos y llevarme de la mano hasta el centro mismo del ser humano. Para aprender. De relaciones y de sentimientos. De razas y de historia. De tanto y de todo a la vez. Los libros. Los de papel para mí, por favor. Necesito escuchar el ruido de sus hojas. Aunque las pase el viento.

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