Sola,sola,sola

Julio. Últimamente me ha dado por estudiar los meses y las consecuencias que tienen en mi. En mi condición de mujer me sorprende la calma en la que vivo desde hace unos días. Sola. Solaaaa. Solaaaaaa. Igual que cuando empecé, hace dos años, como columnista en éste mi periódico. Por imposición del guión he tenido que buscar refugio para alternar mi trabajo en ABC, con un proyecto que espero llegue a buen fin, si es que en el proceso no muero en el intento, posibilidad a tener en cuenta y en cuyo caso rogaría esquela tamaño 3, a situar en página par, arriba a la derecha, por ser de la Casa. Mientras, me sitúo en una casita al sur de España, en la que hago, exactamente, lo que me da la gana. Es muy fuerte. Además de tremendamente beneficioso para la salud. Nadie, absolutamente nadie, me dice lo que debo o no debo hacer. Como si quiero, me levanto cuando sea, voy a la playa si me apetece o me tiro todo el día, ordenador en mano, esperando a que me visite la inspiración. Hasta que la providencia divina se manifiesta en forma de llamada telefónica y otra madre, otra mujer, que por imposición de su propio guión también está sola, pronuncia las palabras mágicas. “Te vienes a tomar un gin-tonic a última hora?”. Me arreglo a toda velocidad (como acto de rebeldía hacia el marido ausente) y antes de lo previsto me encuentro en su casa. Una inmensa satisfacción se apodera de mí. He llegado antes a la cita. Como movidas por el mismo resorte (acto de rebeldía hacia el marido ausente) aparecen el resto de las convocadas. Sonrisas, guiños de ojo, maliciosas miradas. “Estás sola, ¿eh?” “Sí, tú también, ¿eh?”. Y de “eh” en “eh” y hablo porque me toca, sandalias al aire, pies desnudos, gin-tonics en su punto y en esa estancia, a modo de gineceo, desparrame total. La que no se explaya (hablar ampliamente sobre algo o sobre alguien, por ejemplo, él) es porque no quiere. O no puede. Incapaz de gritar más que las otras. Callo y pongo la inspiración a grabar. Queridos, tengo columnas para todo el año. La felicidad existe. Por partida doble. Vosotros solos y nosotras también. ¿Se puede pedir más? Seamos sinceros. De vez en cuando, no viene nada mal. Nada. Muack.

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