Una sonrisa frente al desafío


Unknown-1

 

Sangre, bombas, estallidos, cuerpos amontonados, rostros atónitos. Cadáveres. El horror se hace dueño de nuestro organismo y el corazón sobrevive como puede a las continuas paradas que sufre ante una nueva imagen cargada de terror. No puedo verlo, se me para el corazón. Pero estamos hechos de una pasta especial y cuando pensamos que ya no, que ya no estamos capacitados para más sinrazón, una nueva noticia empapada en sangre corta cualquier movimiento que intente realizar el órgano que nos da la vida y nos enseña qué fácil es la muerte. A veces, cada vez más veces, no depende de él que la vida de un inocente se detenga para siempre. Le han matado. A él y a todos los corazones que tanto le amaban. Destrozados por el dolor notan como un frío helador recorre sus cuerpos y sienten que el músculo que les permite vivir se congela. Sí, esta vez el destino quiso que fuera un ser querido. Ese ser excepcional que tanto querían cuyo corazón, cargado de emociones, inundado de vida, ha estallado de repente para dejar de latir antes de tiempo. Entonces aparece la tristeza, el dolor, la incomprensión, la desolación, el desconsuelo. La incomprensión. La puta incomprensión que cuestiona el por qué de tanta atrocidad en la que solo vemos el demonio. Y en medio de tanta mierda, de tanto asco, de tanta porquería, de este terror del que juré no escribir, surge en mi vida una sonrisa maravillosa, una sonrisa única, cargada de felicidad y de inocencia y que llena de ternura mi propio corazón hasta ahora envenenado de aversión ante la maldad del mundo deformado por seres inhumanos. En medio de la atrocidad surge, sí, una sonrisa alucinante y mis teclas cambian rápidamente su sentido.

Porque es la sonrisa de un ángel. La sonrisa que vive en modo permanente en el rostro de un niño de tan solo doce años que desde que nació no sabe lo que es sentarse, ponerse de pie ni andar. Con lo que a él le hubiera gustado darle al balón algún día con su equipo del alma, el Atlético de Madrid, lo cual, si cabe, me une a él más todavía. Pero eso a él, a Andrés , le trae sin cuidado. Sabe que no lo puede hacer y punto. Disfruta de su Atleti -por cierto, en estos momentos segundo en la liga por si alguno se le había escapado, ¿verdad Andrés?- y disfruta de la vida como nadie. Es feliz y hace feliz a todos los que le rodean. Él es así. A pesar de saber de sobra que tiene una enfermedad degenerativa y progresiva, llamada “laminopatía”, que le obliga a vivir sujeto a una silla de ruedas por culpa de sus maltrechos músculos, afectados de forma grave por esta enfermedad de las llamadas raras – yo diría rarísima ya que en España hay 8 o 10 casos y en el mundo entre 60 o 70- que ataca a los niños y afecta, además, a su su aparato respiratorio y, lo más significativo, al corazón. Casi nadie la conoce. Por eso, Beatriz y Jesús, los padres de este ángel rojiblanco, han creado la “Fundación Andrés Marcio, niños contra la laminopatía” Para que todos la conozcamos y ayudemos a difundirla. Para que no se olviden de estos pequeños enfermos y sigan investigando. Para que Andrés, y los otros niños, tengan fe y piensen que un día verán sus sueños cumplidos. Porque se lo merecen. Porque Andrés, aunque nunca ha llegado a conseguir sujetar la cabeza del todo, la tiene perfectamente amueblada por dentro. Empezó a hablar muy pronto y de manera muy clara y a los tres años aprendió a leer sin que nadie le enseñara. Extremadamente inteligente quiere saber, quiere hacer, quiere vivir. Y es muy responsable, tanto que parece mayor de la edad que tiene y se preocupa mucho por su familia y por todos. Y es muy, muy, cariñoso con los demás y le gusta que se sea también con él.

Pero además, además de todo esto, está dotado con aquello que llaman inteligencia emocional. Tiene un don. Un don natural. Y en cuanto le conoces te enamoras de él. Delicado pero resistente al mismo tiempo, transmite energía positiva y sus ganas de vivir te hacen comprender que es totalmente feliz. Quiere hacer de todo y en todo momento. Su sonrisa es luz, la luz que emana cuando estás a su lado. Es increíble. Tanto, que mañana (lo escribí ayer, recordarlo), cuando acabe la última ponencia de el congreso que la fundación Lo Que De Verdad Importa celebra en Madrid, subirá al escenario para ayudar a esta humilde periodista a realizar las preguntas al último ponente. Y de esta manera todo el mundo podrá ver que, con tan solo doce años, y viviendo atado a una silla de ruedas, no solo se puede ser feliz, sino que se pueda dar una lección permanente a jóvenes y adultos, para que entre todos lleguemos a comprender lo que de verdad importa. Pero el congreso merece un post aparte Mientras, GRACIAS Andrés. Por iluminar con tu sonrisa hasta los días más oscuros de la humanidad. Un beso enorme.

5 comentarios en “Una sonrisa frente al desafío”

  1. Marta que contraste, de los horrores de la maldad y su dolor a esa sonrisa que hace feliz, cuando no conocemos a estos niños y padres nos espanta la situación y pensamos en la pena, como siempre describes de maravilla esos sentimientos y nos acercas a Andrés y su familia. Admirables todos. Un beso muy fuerte.

  2. Enhorabuena, es precioso el articulo que has escrito.
    Me ha llegado al corazón.
    Espero poder seguir leyendo más…… como este o seguro que mejores.

    1. Sonia perdóname. Siempre os contesto pero no sé por qué jamás me metí en estos comentarios. Millones de gracias y espero volver a escribir con más regularidad. He estado un poco pasota últimamente!!!
      Un beso,
      Marta

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*