Punto de alivio

Me encantó la expresión. Punto de alivio. Me hizo sonreír. Cosas que pasan. “Hay que buscar el punto más cercano de alivio”, dijo una mujer con mucha clase sin asomo de duda. “Qué ordinariez”, pensé, “¿de que tendrá que aliviarse?” Estaba atónita. Hasta que me lo explicó. Hablaba de golf. Me resultó curioso. El deporte educado por excelencia y con sus puntos de alivio. Para aliviarse sin penalizar. Que es lo qué hay que hacer. Sobre todo cuando hay una obstrucción. Permiso para cambiar la bola de sitio. Todo en orden. Y yo a lo mío.
Al punto de alivio. El título de esta columna que me pide a gritos una sonrisa. Se la concedo. Hay que descargar las penas. Encontrar la manera de aligerar la carga. Aliviarse. Que cada uno lo haga como pueda. Yo me otorgo el placer de hacerlo con las cosas que apunto a diario y que me hacen sonreír. Frases dichas por unas y por otros que me sirven para rellenar cuando mi ingenio no da para más. Pequeñas cosas sin importancia. Reflexiones inteligentes. Como la de esa amiga que aspira a tener un marido-mujer. Del sexo masculino pero con las “prestaciones” del sexo femenino. “Que haga igual un cuadro de Excel que un “planning” mensual con las actividades escolares y extra escolares de los niños, o que comente lo mona que estoy con ese traje o lo ideal que iba menganita en la boda de fulanita. Un marido-mujer. Que encima haga “comenting”. Sonrío. Como cuando me imagino a esa otra. La que sienta a su marido para intercambiar información y tomar decisiones y acaba haciendo “brainstorming” a solas. “El tío aguanta el tirón y yo acabo suplicándole que me diga sí a algo, porque si no mis hijos, ni siquiera irían al colegio”. Vuelvo a sonreír. Y comprendo. Al marido que paga a las hermanas de su mujer para que se la lleven de viaje. “Es una mujer inquieta”, dice. Entonces me acuerdo. De lo que dijo esa señora. “En el golf, como en la vida, tienes que jugar la bola como reposa. A veces, existen punto de alivio que te permiten jugarla mejor”. ¿La bola o la vida? Las dos. Cada una en su campo. En el mío, hoy, mandan esas pequeñas cosas sin importancia. Instantes de vana felicidad. Bienvenidos sean.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*