Esperanza

Esperanza. Confianza en que se logrará lo que se desea. Esperanza, y mucha, la que debo tener para que eso ocurra. Estoy hecha un lío, Esperanza. Tu nombre encierra tal significado que me viene como anillo al dedo para esta columna. Hace una semana escribí sobre las multas con las que empapelo mi casa gracias al Ayuntamiento de Madrid, sus radares, su minucioso y eficiente trabajo para despojar de sus bienes a los humildes ciudadanos embargando sus cuentas, e incluso la de sus familiares, cuando éstos ya están en números rojos, como me confesó una lectora en Facebook. Mención aparte su empeño en asustarnos una y otra vez con la plaga que invade nuestra ciudad. Los agentes de movilidad, tan bien denominados por muchos de inmovilidad. Inmovilidad total. Porque hay que ver. Aparecen cuando menos te lo esperas y del susto sufres tal shock que te inmovilizan coche, corazón, neuronas, sonrisa e incluso pensamientos. Sufres incapacidad de movimiento total. Interna y externa. Menos mal. Porque si no, a chulo, chula y media, y si no fuera por esa inmovilidad temporal de mente y cuerpo, otra “galla” cantaría. Y para gallos, gallitos, basta con ellos. Se calzan el uniforme y viven en modo permanente momentos de gloria. Estoy por pedirles que me lo dejen para ver que se siente. Yo creo que tiene poderes especiales. Además de multarte –solo faltaría, si cometes una falta, la pagas- pueden detenerte, hacer uso de tu tiempo e incluso demandarte. Como nos pasó a una amiga y a mí por aparcar, de cuerpo presente, en un vado permanente mientras esperábamos a otra amiga. Prefiero no recordar la prepotencia, mala educación y chulería de los mismos. Actuaron de tal manera que además de multarnos decidieron, ante nuestro enfado, denunciarnos. Mi amiga, propietaria del vehículo, tuvo que ir a juicio. Fue tal la sarta de mentiras de uno de los susodichos, que hasta al juez le entró la risa. La denuncia para ellos y mi amiga a casa. Tuvimos suerte. Pero, ¿y si la justicia llega a ponerse de su parte? Su palabra contra la nuestra. Veracidad, lo que se dice veracidad, poca. Lo cual no quiere decir que haya que generalizar. Hasta aquí podríamos llegar. Eso sí. Para ataque de ansiedad, el nuestro. Imagino que ahora les podremos demandar, ¿no?. Pregunto. Esperanza, sí, de que todo cambie.

2 comentarios en “Esperanza”

  1. Toda la derechona en bloque a defender a la marquesa Doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, pero los demás ciudadanos primero acatamos y pagamos y si acaso luego denunciamos, ¿o habría que decir vasallos?

  2. Toda la derechona en bloque a defender a la marquesa Doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, pero los demás ciudadanos primero acatamos y pagamos y si acaso luego denunciamos, ¿o habría que decir vasallos?

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