No es lo mismo

No es lo mismo, no. Llegar a casa tras una cena de amigas si tu marido (el tuyo, el de ella, el de la otra, que hay que tener apertura de miras por favor, y no pensar siempre que me refiero al mío, aunque fuera lo lógico, que me va a dejar de un momento a otro como le vuelva a mencionar) duerme, o llegar si esa noche no está.
No, no es lo mismo. Subir en el ascensor temblando y tensionarte desde el momento que metes la llave pensando que le puedes despertar, o subir feliz y contenta porque sabes que el cuarto es tuyo. No, no es lo mismo, no. Abrir la puerta con la delicadeza de un ladrón de guante blanco para de inmediato descalzarte –si es que eres capaz dado la oscuridad, el peso del bolso y la dimensión del llavero-, que hacerlo como te dé la gana y entrar con paso firme y elegante mientras enciendes las luces que encuentras en tu camino.
No, no es lo mismo. Acercarte al cuarto con pasos sigilosos y entrar despacio, aterrorizada, y con la ayuda de la luz del móvil -si es que éste no se ha quedado sin batería en un acto de perversidad- mientras rezas con fervor “que no me oiga, por favor, que no se despierte, te lo ruego Señor”, que irrumpir con toda la intensidad que te invita el momento, lanzar el bolso a la cama y encender las luces que te faltaban para hacer de tu hogar una central nuclear.
No, no es lo mismo, la verdad. No tiene nada que ver. Alcanzar a tientas el cuarto de baño y tomar aliento sentada en el filo de la bañera y calmar tu pulso mientras meditas la estrategia a seguir para alcanzar la última etapa, que hacerlo viendo el camino y tomarte todo el tiempo del mundo hasta que decidas terminar tu día. Porque, qué diferente es.
Sí. Si está él, hacer de tu cuerpo tu aliado y en versión peso pluma dejar que tus posaderas reposen sobre el lecho, para después a cámara lenta introducir una pierna, luego la otra, el torso y los brazos o, si no está él, hacer de tu cuerpo un peso muerto y lanzarte en bomba al centro de la cama hasta rozar la felicidad. No, no es lo mismo. De verdad.

2 comentarios en “No es lo mismo”

  1. Lo que yá no es lo mismo es llegar a casa y trás haber llegado a la cama sin hacer ruido te dés cuenta de que en la cama ya no hay nadie esperandote y que vuelves a estar mas sola que la una, con 40 años y las arrugas subiendote por el cuello.La cara que pones NO TIENE PRECIO.

  2. Lo que yá no es lo mismo es llegar a casa y trás haber llegado a la cama sin hacer ruido te dés cuenta de que en la cama ya no hay nadie esperandote y que vuelves a estar mas sola que la una, con 40 años y las arrugas subiendote por el cuello.

    La cara que pones NO TIENE PRECIO.

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