Políticamente incorrecta

“No hay hechos solo interpretaciones”. Lo dijo Nietzche. Me sumo a sus palabras. La dimensión de la interpretación como único elemento capaz de dar sentido a lo que denominamos realidad. Con este filosófico principio comienzo mi profunda reflexión, al observar las diferentes conclusiones a la que cada uno llega tras leer determinados textos. Tan afines o dispares a la vez. Máxime si las mismas palabras son analizadas por personas de diferente sexo. Lo comprobé al comentar con un grupo de compañeros algo tan simple como mis columnas. Políticamente incorrectas para ellos e irónicamente correctas para ellas. Sin quererlo, nada más lejos a su realidad, el protagonista, de nuevo, mi “muso”. Mi fuente de inspiración. Él. El mío. Mi propio. Ellos, los otros, realizando su peculiar lectura de mi mundo. “Harto, cansado de tus continúas referencias hacia él, te ha dejado, nosotros lo haríamos”, afirmaban categóricamente el abuelo, el casado, el soltero. Le compadecían. A eso se llama solidaridad. ¿O sentirse identificado? No sé. Mientras, las mujeres sonreían con cierta actitud condescendiente. Hasta que la más pequeñita, saltó. “¿Pero de verdad creéis que se han separado?” El resto empezó a reír. Los hombres, tan sencillos, tan básicos, tan inocentes. Que por no interpretar no interpretan ni la ironía de una mujer casada. La misma que intentan emplear ellos al referirse a sus propias parejas. Las que, por cierto, coinciden en casi todo lo que escribo sobre ellos. Porque él, mi “muso”, es fiel reflejo de los suyos. Sus “musos”. Y como tal, y como tales, actúan exactamente igual. En casa y fuera de ella. Con la tapa del retrete (las cosas claras, querido Luis) o con su original forma de conversar (ah, um, ya, eh); con su empeño en que aprendamos a leer un mapa (¡aghhh!) o su incapacidad para preguntar y llegar al objetivo. Para crear un personaje me basta con mi realidad, fiel reflejo de la vuestra queridos. Qué lo sé. Como me dijo esa genial ancianita. “¿Me das un beso que me hace mucha ilusión? ¡Por fin hay alguien que dice lo que yo pienso del matrimonio desde hace 50 años!”. Tenía 87. Y un gran sentido del humor. No hay un “muso” , mis amados hombres, hay millones de “musos”. Seguiré siendo políticamente incorrecta. Que cada uno haga sus propias interpretaciones. De los hechos.

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