De Madrid al Cielo

Entre el centro de la capital y el distrito de Fuencarral- El Pardo hay una distancia que apenas alcanza los 17 kilómetros. Dependiendo del tráfico y de dónde te encuentres puedes tardar entre diez y veinte minutos. En ese corto trayecto, tu alma de ciudadano, parece descargarse de los males que encierra la gran ciudad para encontrarse con la calma de un barrio, Montecarmelo, que crece a una altura máxima de cuatro plantas. Quizás por eso, quizás, el cielo, allí, se ve diferente. Más limpio, más despejado, más azul. En calma. A lo lejos despunta una torre, un palomar, que parece darse de bruces con las puertas de San Pedro. O mucho me equivoco, o así es. Una parte de su cielo. No puede ser de otra manera. Porque esta torre, este palomar, ha conseguido mantenerse erguido desde que se construyó, en 1948, sin tambalearse a pesar de los azotes de los vientos que arrecian en invierno. Quizás tenga alma, sí. Y sienta. Y sepa. Que su presencia es fundamental para guiar a esos niños, a esos jóvenes, que envueltos en sonrisas permanentes le rodean día a día. Y entienda. Que es el lugar de referencia para que ellos, y sus padres, encuentren el camino que les guíe por la vida. El mejor. El que se merecen. Por hacer feliz a los demás, lo que les hace diferentes, no el que tengan algún tipo de discapacidad intelectual. Lo sé de primera mano, porque entre ellos, mi sobrino, Ale, mi gran amor. Benditos sean. Y bendito sea el palomar, centro neurálgico de su colegio, el Niño Jesús del Remedio, que cumple 25 años gracias al buen hacer de la Fundación Carmen Pardo-Valcarce. Con ella vió la luz y con ella se mantiene erguido. Como la torre. Como los alumnos. Como sus familiares. Como los que allí trabajan. Que han hecho posible que sus niños interpreten otro maravilloso musical basado, este año, en la historia del cole. Con la ternura que solo ellos saben transmitir. Despertando en el público tantas emociones difíciles de calificar. Vividas, todas ellas, con una gran sonrisa. Tan grande y emocionada como la que se les dibujó, a esos pequeños actores, al descubrir a su lado en el escenario al grupo Melocos que, con una sensibilidad impresionante, cantó la canción final. De Madrid al Cielo. En tan solo dos horas. De la mano de estos niños. Y con San Pedro de apuntador. No lo duden.

5 comentarios en “De Madrid al Cielo”

  1. Hola anuskijester. No sé porque no te podía contestar. Perdóname. Mil gracias por tus palabras. Realmente me salió del corazón. Un beso enorme.

  2. Hola anuskijester. No sé porque no te podía contestar. Perdóname. Mil gracias por tus palabras. Realmente me salió del corazón. Un beso enorme.

  3. Hola anuskijester. No sé porque no te podía contestar. Perdóname. Mil gracias por tus palabras. Realmente me salió del corazón. Un beso enorme.

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