Mi viernes solidario. Luchar contra el cáncer.

El drama existe y la tristeza es profunda. Cuando el cáncer ataca y lo hace de forma despiadada, el sufrimiento es tal que enfermo y familia pasan un duelo permanente hasta que la peor de las noticias se hace realidad. La enfermedad, tan cruel cuando se empeña en serlo, gana y se lleva a la persona querida. Si esa persona es un niño, o un joven, al dolor se une la incomprensión y el alma se rompe en mil pedazos. Si a los adultos nos cuesta entenderlo, para los jóvenes tiene que ser atroz. Como en el caso de hoy que, tristemente, me da pie a éste, mi primer post solidario. Todavía no hace dos meses que Mariana dejó de sufrir para irse, sin duda, al cielo. No la conocí, pero ahora es como si lo hubiera hecho.

Muchas de sus amigas son, como digo yo, “pseudo” sobrinas mías y por ellas, y por su recuerdo, empiezo lo que espero sean mis viernes de la solidaridad. “Tía Marta”, me pide Mauri, a la que adoro. “¿Puedes difundir este “pop-up” que hemos organizado en beneficio de la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer?” “¿Vosotras?”, pregunto alucinada. “¿Lo habéis hecho vosotras?” “Sí”, me contesta con total naturalidad. “En recuerdo a Mariana y para ayudar a los enfermos con cáncer”. Me emociono. Me impresiona que unas niñas, porque en el fondo son unas niñas de apenas 19 años, tengan la fuerza y la madurez suficiente para organizar lo que es ya el segundo evento benéfico, en tan solo mes y medio. Pero no me sorprende. Las vi en el tanatorio, cuando despedían a su amiga, y jamás olvidaré sus caras, sus lágrimas, su serenidad, su unión, sus tristes sonrisas. El esfuerzo que hicieron para estar a la altura y acompañar a sus padres y a sus hermanos en el dolor. Para consolarles en su desconsuelo, tan parecido al de ellas. La serenidad con la que leyeron evitando que su voz se rompiera más de lo necesario. El ejemplo que dieron a los mayores allí presentes. La forma en la que hablaban de Mariana, que aunque físicamente ya no volvería a estar con ellas, nunca dejaría de estarlo. Porque ella, su íntima amiga, será una más a la que lloren, rían, cuenten sus amores, sus viajes, sus alegrías o sus tristezas. Porque ella, su íntima amiga, jamás, jamás, les va a abandonar. Con ella no podrán “picarse”, enfadarse o tener esos momentos de distanciamiento como, desgraciadamente tenemos las mujeres a veces con nuestras amigas.

Pero ellas van a tener la suerte, la inmensa suerte, de contar siempre con Mariana. Ese nuevo ángel que, como ya dije en mi otoño gris, estará sembrando sonrisas en el cielo y enamorando a todo el que se la cruce con sus espectaculares ojos. Ese ángel, de la Guarda ya para tantos, que se encargará, como ya se está encargando, de que el dolor de sus amigas se convierta en el estímulo para que sus corazones se dejen llevar por un recuerdo alegre, no triste. El recuerdo de su alegría, de su bondad, de su sonrisa, de ese algo especial que siempre tienen las personas que se van a destiempo. Mariana lo tiene claro. Que no se olviden de ella -solo faltaría- pero que no la recuerden con lágrimas. Que lo hagan con una gran sonrisa. Como la que tiene ella ahora, al verlas trabajando en este mercadillo. En su recuerdo y para ayudar a los que ahora más lo necesitan. Que orgullo de jóvenes. Yo me pienso instalar en el “pop-up” con ellas. Para que me peguen tanto bueno. Espero que vosotros, queridos lectores, también.

Aquí os dejo lo que ya se ha organizado en su memoria. Este fin de semana y el que viene. Un torneo de bridge para los mayores. Que me acabo de enterar!! Feliz viernes. Solidario.

31e620b935ee2bbf54bca1bdb347e0a2-1b149e07d6be9da3e0e0656a6a2c31218

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*