O ganamos, o ganamos

Estoy de los nervios. Como siempre, ya lo sé, pero casualmente hoy con motivos. Y como yo, eso espero, todos los españoles que se enorgullezcan de serlo. Madrid 2020. Veinte, veinte (me encanta). O ganamos, o ganamos (me encanta más todavía). No hay más. Por Madrid, por España, por mi rey (el de mi hogar) y por mi Príncipe (el de mi país). Lo que es el destino. Los dos en Buenos Aires y mi corazón partido, a partes iguales, por el amor al que a ambos profeso. Sí, lo confieso, actualmente los dos comparten en mi corazón el título de “hombres de mi vida”. Lo digo abiertamente y asumo las consecuencias. La verdad siempre por delante y la desinhibición como compañera inseparable de una mujer entradita en años. Creo que es lo único que me gusta de hacerme mayor. Deshinibirme, liberarme, perder el control, actuar por impulso. De acuerdo con mis sentimientos internos. Por eso, lo digo y lo escribo abiertamente. Les quiero. A los dos. Y les admiro. A los dos. Lo proclamo públicamente. Uno es un amor real y el otro es un amor Real. Entre la minúscula y la mayúscula hay todo un mundo, o sea que no hay cabida para las malas interpretaciones. Y si ya de por sí muero porque Madrid sea la ciudad elegida para los Juegos Olímpicos de 2020, ni les cuento la ilusión que me haría por el uno y por el otro. Sobre todo, sí, sobre todo, por el otro. Por el Príncipe. Don Felipe. Se lo merece. Con creces. Por ser como es. Un tipo estupendo. Así de coloquial y así de claro. Por saber, por estar, por representar. Por eso y por mucho más. De Madrid al cielo desde la bella ciudad de Buenos Aires. Por mi Príncipe y por España. Bueno y por mi rey. Eso espero.

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